Transformando la Sociedad un Proceso Artístico a la Vez con Natalia Astuácas
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Atizay se sentó con Natalia Astuácas, una fervente feminista y activista por los Derechos Humanos que utiliza su arte como herramienta para transmitir su mensaje a través de su proyecto Arte Con Tacto. Nos acogió en su estudio en casa para una conversación vulnerable e inspiradora sobre cómo empezó su trayectoria artística, el significado de su trabajo y su filosofía de vida.
Natalia es una mujer y artista muy perspicaz que no puede ser fácilmente descrita con palabras. Su calidez y vitalidad te hacen sentir en casa inmediatamente, como si la hubieras conocido toda la vida. Cuando miras su trabajo, es difícil creer que descubrió su talento para el arte “por accidente;” además de su técnica increíble, su propósito es lo que hace su trabajo más especial.
Para Natalia, el activismo vino antes del arte. Estudió periodismo y es una professional en comunicación quien trabajó en el mundo corporativo durante varios años, hasta que su incomodidad con el sistema la motivó a renunciar a su trabajo. Como fue difícil encontrar otro trabajo estable, decidió probar el arte. Empezó haciendo imanes decorativos para ganar algo de dinero y se vendieron muy rápido. Cuando se dio cuenta de que podría llevar el empredimiento a algo más, decidió explorar formatos más grandes y empezó a crear un camino más alineado con sus creencias y visión. En sus propias palabras: “Antes de encontrarme con el arte ya era activista por los Derechos Humanos, por lo tanto, fue muy orgánico valerme de mis acciones artísticas para comunicar mis propias luchas y apoyarme en el arte como herramienta para el impacto y la transformación social que deseamos. Mi discurso como feminista y activista se extendió a esta área de trabajo, y si lo pienso igual creo que no podría ser de otra manera, es algo trasnversal.”
Siendo miembro de grupos vulnerables, su activismo está arraigado en su propia experiencia, lo que también la ha hecho más empática hacia las realidades de grupos que lidian con otros problemas sociales. Su visión de un mundo más justo permea su trabajo; desde sus pinturas en lienzos hasta sus murales, su arte dice mucho. Es una aliada muy vocal que crea espacio en su trabajo para los subrepresentados. Cuando le preguntamos qué le recomendaría a la gente que está buscando formas de ser mejores aliados, dijo: “Cada persona es un universo con sus propias herramientas, recursos, aprendizajes, luchas internas y externas, experiencias, tiempos, procesos, etc. Somos seres muuuuy complejos, y por eso no me animaría a recomendar nada, pero, creo que algunos recursos generales basados en el respeto para una mejor convivencia con otrxs, pueden ser: auto-informarse, auto-educarse, desaprender lo aprendido y volver a aprender, observar, comprender, respetar (incluye quedarse calladx cuando no sepa algo), deconstruirse y admitirse ser humano en construcción, escuchar, darle más espacio a la humildad que al ego, y todos los días tratar de conectar con sí mismx, al hacerlo es posible que se encuentre un espacio de mayor luz y empatía con otrxs.“ También da talleres que nunca son simples actividades artísticas; hay una propuesta social detrás de cada proceso de la que los asistentes y participantes deben estar conscientes antes de explorar la parte artística en sí.
Es innegable que el trabajo de Natalia es diverso, pero confiesa que no disfruta una parte más que otra, porque cada proyecto es significativo a su propia manera. Ella ha trabajado con distintas poblaciones, como mujeres y migrantes, y utilizar una variedad de vehículos solo significa que su trabajo es accesible para una audiencia más amplia, lo que no quiere decir que su mensaje le llega a todo el mundo, una idea que ella acepta abiertamente. Si bien es cierto que trata de empoderar a la gente que ha tenido miedo de mostrarse y alzar su voz, también entiende que el trayecto de cada uno es diferente y algunos no están listos todavía para dar el salto. Emprender una carrera artística no fue una decisión fácil para ella, pero valora mucho su voz e independencia. Aunque reconoce que el aspecto económico es a veces inestable – especialmente por el país donde vive (Costa Rica) – y que en muchas ocasiones un artista tiene que negociar o compometerse, Natalia no suele pintar solo por pintar o por hacer dinero. Cree en seguir su pasión y no compromete sus creencias a cambio de dinero para trabajar en algo que no está alineado con sus valores.
La forma en que decide vivir la vida es igual de intensa que su trabajo. Como ella misma lo dice, lo que sea que estarías haciendo si te dijeran que solo te queda un mes de vida es lo que deberías estar haciendo ahora, todos los días; si temes la muerte, es porque no estás viviendo la vida al máximo. Hablar con Natalia y ser testigo del impacto de su trabajo como artista y activista te hace sentir que puedes conquistar el mundo. “La lucha es incansable y debe continuar. He aprendido que los movimientos conservadores, fundamentalistas, patriarcales, racistas, xenófobos, heteronormativos, y en general contrarios a los Derechos Humanos son realmente pobres y débiles en sus discursos, se resguardan en la ignorancia, y acuden al odio y a la violencia para validarse. He aprendido que la lucha se puede mantener de forma decidida, impetuosa, y corajuda también de forma alegre, como una forma de resistencia que no me haga daño a mí misma. Pintar, dibujar, crear, bailar, cantar, sembrar, marchar, etc, es una forma de hacerlo,” nos cuenta. Para Natalia, está claro que rendirse no es una opción; cuando las cosas se ponen difíciles y abrumadoras por el camino que has escogido, encuentra una manera sensata y sana de hacerlo para ti y para tu gente, pero no huyas de él.